domingo, 26 de abril de 2015

Zonas húmedas

Hace unos días terminé de leer el libro Zonas húmedas, de Charlotte Roche. Es un libro que me parece, fascinante...


...fascinante por las cosas que cuenta. La autora del libro, o ha vivido casi todo lo que cuenta o tiene mucha, muchísima imaginación, porque el libro está lleno de barbaridades que es difícil creer que alguien se las pueda inventar sin haberlas vivido.

Esta es la descripción del libro que aparece en la página de la editorial:

Tras causarse una fisura anal por apurar su depilado íntimo, Helen, la adolescente protagonista de este relato-confesión, se encuentra en la unidad de Medicina Interna, y mientras espera analiza aquellas regiones de su cuerpo que la opinión biempensante suele considerar poco propias. Porque a Helen la mueve una indomable curiosidad por sus recovecos y orificios. En efecto, a la muchacha le gusta el sexo: en solitario o en pareja; por vía anal, oral y vaginal, menstruando o con chocolate... Y el lector se deja contagiar por la risa de esta antiheroína moderna, que elabora sus traumas infantiles con un lenguaje fresco y trufado de guindas poéticas. Una primera novela transgresora, equilibrada con humor e ironía, que ha encabezado durante meses los ránkings de venta alemanes y ha sido el primer libro del ámbito germano en alcanzar la cumbre de la lista mensual de best-sellers mundiales según Amazon, con más de un millón y medio de ejemplares vendidos y 25 traducciones. «Una incursión en los últimos tabúes de nuestra época» (Elsa Vigoureux, Nouvel Observateur); «Evoca la voz de Salinger en El guardián en el centeno, Crash y el ideario feminista de Germaine Greer en La mujer eunuco» (P. Oltermann, Granta).

En algunas páginas he leído que es un libro desagradable, vomitivo, sólo apto para estómagos fuertes... bueno, como digo, a mí me ha fascinado.

Algunos párrafos del libro para que decidas tú mismo (cuidado, cuidado, jajaja):

“El envase viene con uno de esos aplicadores puntiagudos dotados de muchos orificios que se pueden introducir en el ano y permiten la inyección de la pomada en pleno recto. Así es como logro calmar la picazón interior. Antes de tener ese ungüento me rascaba durante el sueño el ano con tanta fuerza que por la mañana me despertaba con una mancha de color chocolate en las bragas tan gruesa como una chapa de botella. A gran picor, buen dedo rascador.”

“Hace mucho tiempo que vengo experimentando con el chochito no lavado. Mi objetivo es conseguir un aroma suave y embriagador que se note incluso con el pantalón puesto, ya sean unos vaqueros gruesos o unos pantalones de esquí. Eso no lo perciben los hombres de forma consciente, pero su instinto lo capta puesto que todos somos animales deseosos de copular.”

“En realidad el olor a chocho, polla y sudor nos pone cachondos a todos. Lo que pasa es que la mayoría de la gente está desnaturalizada y piensa que todo lo natural apesta y que lo artificial huele a gloria. Pero a mí me dan ganas de vomitar cuando pasa a mi lado una mujer perfumada, por discreto que sea su toque olfativo.”

“Yo utilizo mi esmegma como otros sus frascos de perfume. Mojo el dedo rápidamente en el coño y reparto el moco detrás del lóbulo de la oreja. Visto y no visto. Hace milagros en el mismo besito de saludo.”

“Me chifla no solo repantigarme en cualquier asiento de retrete sucio, sino limpiarlo previamente con mi chochito efectuando un artístico meneo circular de las caderas. Cuando poso mi chocho sobre el asiento se produce un hermoso ruido chasqueante y todos los pelos púbicos, gotas, manchas y charcos dejados por otras, son absorvidos por mi cosita, no importa la consistencia y el color que tengan.”

“Cuando se la pelo a alguien, siempre procuro que quede un poco de esperma en mis manos. Luego rasco el esperma con mis uñas largas y lo dejo que se seque en la zona subungular para luego, en el transcurso del día, sacarlo a mordisquitos, darle vueltas en la boca, masticarlo y tragarlo después de un largo proceso de derretido y saboreo. Así tengo un recuerdo de mi buena pareja folladora, o sea, un caramelo conmemorativo del encuentro sexual. Es un invento del que estoy muy orgullosa.”

Esta es la autora del libro, con esa cara más bien pareciera que iba para monja:


Y en la página Club De Lectura: Zonas Húmedas podemos leer algo terrible de su vida:

En 2001, sus tres hermanos fallecieron en un accidente de tráfico camino de su boda y su madre, que también iba en el coche, sobrevivió con lesiones graves.

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