Hace unas semanas escribí el artículo El tráfico en el mundo. En países en vías en desarrollo, como Ecuador, el tráfico mata a miles de personas.
¿Por qué?
Los coches son los mismos.
Las carreteras sí que es verdad que son peores, pero con cuidado no debería ser un problema.
¿Qué falta en la ecuación? El conductor.
En pocas palabras, en Ecuador la gente conduce salvajemente. Lo sé muy bien porque es igual que en México: las tres veces que he estado en México he alquilado un coche, y las tres veces he pensado que es lo más peligroso que he hecho en mi vida. Subir montañas no es nada con conducir en México.
Cuando mis padres visitaron México (yo estaba allí esperándolos), le dije a mí padre que para conducir en México había que desaprender lo aprendido: te tienes que olvidar de todas las reglas de tráfico, de ceder el paso, de parar en un paso de peatones, de respetar los semáforos, etc. Te tienes que olvidar absolutamente de todo.
Esta mañana, mientras corría en el parque La Carolina he presenciado la discusión posterior a un accidente de tráfico: un autobús había rozado un coche y le había arrancado el cortavientos que llevaba en la ventana del conductor, nada grave. Sin embargo, los dos conductores estaban enzarzados en una tremenda discusión, con un policía delante.
El conductor del autobús no paraba de decir "es un mentiroso este hijo de puta negro", cuando en realidad el negro era él. Jajaja.
Los pasajeros del autobús se tuvieron que bajar y subir a otro autobús. El policía condujo al autobús y al coche a una calle anexa para resolver el problema. Después de dar una vuelta más al parque, unos 20 minutos después, la discusión entre los dos conductores seguía, con el policía de testigo.
¿Eso es normal aquí? Pues parece ser que sí. Aquí y en México, por lo que me han contado, los problemas de tráfico no se resuelven de forma tranquila como en España. Y si hay un herido o muerto, prepárate. Primero te meten en la cárcel, y luego te preguntan.
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