Anoche visité un bar llamado "La puerta de Alcalá" que lo regenta un español, Chema, que debe llevar media vida en Quito. Algunos españoles expatriados se reúnen en ese bar los jueves para jugar al mus. Con otro español que está en la universidad me acerqué a conocerlo, él ya había estado y conocía a varios de los "lugareños".
¡Puajjjj, como hace años en España, había bastante gente fumando! ¡Qué asco! Cuando volví a casa, toda la ropa olía a tabaco. ¡Cuánto tiempo sin tener que sufrir eso! Dudo que vuelva por el bar, lo del tabaco es algo que no soporto.
Cuando me bajé en la parada del autobús cerca de mi casa, una mujer que se bajó al mismo tiempo que yo se me acercó, "joven, joven".
¿Joven? Seguramente tenía la misma edad que yo, pero tenía más arrugas que yo.
La mujer me preguntó qué camino iba a coger, si por la izquierda o por la derecha. Ella quería ir por la izquierda, pero por ahí había dos gasolineras que a las nueve de la noche ya estaban cerradas y estaba muy oscuro. Me contó que recientemente la habían robado por ahí y no quería volver a pasar sola.
Le dije que yo me iba por la derecha, así que ella tomó el mismo camino. Estuvimos caminando juntos unos cinco minutos. Mientras me contaba cosas del robo yo me reía porque recordaba mi robo. Seguramente no debió de entender qué es lo que me hacía tanta gracia. Debió de pensar que estaba loco o que era un maleducado.
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