Esta mañana, mientras desayunaba, he leído el artículo Cocina a gas o eléctrica: ¿cuál es mejor?, publicado en BBC Mundo. Y me encuentro con las frases:
Aunque en lugares tan dispares como Reino Unido y Venezuela la elección del gas parece obvia, en 2014 en Ecuador el gobierno presentó un plan para cambiar millones de cocinas a gas por cocinas eléctricas de inducción.
No era poca cosa. Según datos del Ministerio de Electricidad de la época, nueve de cada diez hogares usaban el gas -que se vendía por entonces con un fuerte subsidio estatal que estaba a punto de ser eliminado- para preparar sus alimentos.El tema del cambio a las cocinas de inducción en Ecuador es de actualidad internacional.
Pero en el artículo de la BBC falta comentar lo más importante, la cara B de toda esta historia:
- Las centrales hidroeléctricas no entrarán en funcionamiento cuando se las esperaba (Cinco hidroeléctricas mueven sus plazos de operación hasta 240 días). ¿Qué implicaciones puede tener esto? Como todo el mundo se pase a las cocinas de inducción, la red eléctrica ecuatoriana se puede colapsar.
- Las centrales hidroeléctricas que ha construido el gobierno ahora las vende por falta de fondos (Las tres hidroeléctricas que venderá el Gobierno de Ecuador costaron USD 1003,5 millones). ¿Qué implicaciones puede tener esto? Es muy posible que el precio de la electricidad sea superior al que tenía pensado establecer el gobierno ecuatoriano.
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