miércoles, 22 de junio de 2016

No tengo cambio

En Ecuador existe la mala costumbre de no tener cambio. Algo que no recuerdo cuándo fue la última vez que me pasó en España, aquí me ocurre constantemente: intento pagar con un billete de $10 y mucha gente no tiene cambio. Un billete de $20 es un gran problema. Y uno de $50 o $100... ¡estás loco!

¿Cómo puede un comercio no tener cambio? Y lo más gracioso es que no parece que les preocupe, ponen cara de póker, se disculpan mil veces, pero no hacen nada, no les importa perder una venta por la falta de cambio.

En el restaurante de la universidad, día sí, día no, me encuentro con un problema de cambio. Ahí lo arreglan con "pagarés": en el ticket de compra que me dan me apuntan "pagaré $3", y luego me toca volver para reclamarlo.

Ayer tuve un episodio gracioso. Cogí un taxi. Importe de la carrera $2. Entregué para pagar un billete de $10.

"Mi señor, que mal mi señor, perdone mi señor, pero no tengo cambio, sólo tengo para devolverle $7", me dijo compungido el taxista.

"¿Cómo que no tiene cambio?" le pregunté riéndome. Si hubiese sido la primera vez, me hubiese enfadado. Pero como ya estoy acostumbrado a estas situaciones estúpidas, me reí. También pensé que quizás me estaba engañando, pero bueno, un dólar no es nada.

"Mire señor, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete dólares" y me enseñó su mano con un montón de monedas.

"No pasa nada, dos calles más abajo hay una panadería, vamos allí y cambió" le propuse como solución a este grave problema de falta de cambio.

"Sí mi señor, sin problema, vamos, a sus órdenes mi señor" me respondió con alegría y obediencia.

Le indiqué al taxista cómo llegar a la panadería. Entré en la panadería, cogí varios productos que sumaban un coste de $2.50 y pagué.

"Ay mi señor, no tengo cambio de billete de $10" me dijo la señorita panadera.

"¿Cómo que no tiene cambio?", volví a preguntar por segunda vez en menos de cinco minutos. "¡Una panadería que no tiene cambio de un billete de $10" pensé para mis adentros.

"No mi señor, mire, no tengo cambio, no tengo cambio" me repetía nerviosa la señorita panadera mientras me enseñaba la caja registradora completamente vacía.

"Vamos a ver, tengo ahí en la puerta a un taxista esperando que no tiene cambio. Vengo aquí a comprar para conseguir cambio, y usted tampoco tiene cambio" le solté ya un poco enfadado.

"Mi señor, no tengo cambio, no tengo cambio, no tengo cambio" repetía una y otra vez como si fuera un autómata al que se le está acabando la batería.

"Pues vaya a algún sitio, consiga cambio, haga algo, no puede trabajar sin cambio" le dije riéndome. "Mire, déjelo, muchas gracias" y me marché, ya estaba perdiendo mucho tiempo para nada.

Le pagué al taxista, me devolvió $7 en vez de $8 y todos contentos. Dos personas me habían hecho reír por el precio de $1. Hacerme reír no tiene precio :-)

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