lunes, 1 de junio de 2015

Las diferentes versiones del español (II)

Ayer comenté que había leído el artículo Todas las voces del español. Muy interesante la clasificación de las tres situaciones que se pueden dar con algunas palabras porque tienen un significado diferente o incluso porque no existen en alguna variedad del español:
  1. Las que uno de los dos no reconoce como parte de su léxico pero entiende perfectamente, sobre todo porque es capaz de deducir sus cromosomas: un español no se bañará en una “pileta”, pero sabrá a qué se refiere su interlocutor argentino cuando le proponga nadar un rato en ella.
  2. Aquellas otras que se desconocen por completo: ¿qué querrá decir un mexicano que se refiere a su achichincle? (ayudante de poca monta).
  3. Los términos que se conocen pero no significan lo mismo en según qué sitio (huiremos del verbo que surge de inmediato, pero podemos hablar de la “polla” –apuesta– o de la “cola” –trasero–; o recordar que cuando un venezolano “exige” algo, sólo está rogándolo encarecidamente).
En el artículo aparecen algunos ejemplos que no me son desconocidos, que he experimentado en mis viajes por Argentina, Cuba, Ecuador, México y Perú:
  • “Un plomero para componer la llave de la tina” significa “un fontanero para reparar el grifo de la bañera”.
  • “Acera”, “vereda”, “andén”, “sendero” o “banqueta”.
  • “Ordenador”, “computador” y “computadora”.
  • “Coche”, “auto”, “carro” y “máquina”.
  • “Cacahuete”, “cacahuate” y “maní”.
También se comenta que existen "españolismos", términos que sólo se usan en España, como “mechero”, “bragas”, “bañador” o “cotillear”.

Puedo jurar y rejurar que es verdad, porque cada vez que a una chica le digo "te voy a arrancar las bragas", me mira con una cara de extrañeza.

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