Un radiante mañana de verano, la tía de Tom le ordenó pintar la larga valla que rodeaba la casa familiar. Era un día perfecto para pasarlo bañándose en el río, como seguramente iban a hacer los demás muchachos del pueblo, pero su tía estaba «cruelmente» convencida de que la diversión podía esperar.Pues sí, así me siento aquí, como un niño al que le dejan hacer algo que no puede hacer todos los días... Lo único que sé es que me encanta, como a Tom Sawyer.
Refunfuñando, Tom se puso a la tarea brocha en mano. En aquel instante, su amigo Ben, el más guasón del grupo, apareció por allí comiendo una manzana:
—¡Hola, compadre! Te hacen trabajar, ¿eh? —le dijo Ben con su típica sorna.
A Tom le reventaba estar allí aguantando las bromas de su amigo; además, se le hacía la boca agua pensando en la manzana; pero no cejo en su trabajo. Al cabo de unos segundos, le dijo a su amigo:
—¡Ah!, ¿eres tú, Ben? No te había visto.
—Oye, me voy a nadar. ¿No te gustaría venir? Pero, claro, te gusta más trabajar…
Tom se quedó mirándole un instante y dijo:
—¿A qué llamas tú trabajo?
—¡Qué! ¿No es eso trabajo? —replicó Ben.
Tom siguió pintando y le contestó, distraídamente:
—Bueno; puede que lo sea y puede que no. Lo único que sé es que me encanta.
—¡Vamos! ¿Me vas a hacer creer que te gusta?
—No sé por qué no va a gustarme. ¿Es que le dejan a un chico pintar una cerca todos los días?
martes, 3 de junio de 2014
Aquí me lo paso pipa...
...con el trabajo. ¿Cómo es posible? Tom Sawyer lo puede explicar mucho mejor que yo...
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